DC :Sirena

Empiezo timídamente a mostrar algunos de los entramados que hago con las palabras; dejando mi autosabotaje a un lado para dejar fluir una necesidad, que para mí es un arte pausado, que precisa de sus tiempos, de su momento, un caminar a través de mundos reales o imaginados, reflexiones; palabras que unir y que disfrutar; por supuesto con toda la simplicidad de quién empieza y de quién quiere ir aprendiendo en el camino...simplemente por el mero hecho de disfrutar del placer de escribir como bien nos muestra Julie Cameron.

Iré mostrando los textos que van fluyendo de mis manos a partir de gotas de inspiración encontradas por la red ( en la barra lateral las podeis visitar).

Mi primer tejido es fruto del disparador creativo que Grisel nos propuso para el mes de marzo en su blog Cafetera de letras :

Sirena 

Luces.Mar.Voces.Silencio.Frío.Luna.Sirenas.Voces.Silencio.Bruma...

Todas estas palabras se agolpan en mi mente mientras mis ojos se sorprenden ante la densa niebla que rodea mi cuerpo. No vivo en tierra de brumas, el Mediterráneo abraza en su final una tierra cálida, de noches de verano claras, dónde jamás se ha visto niebla en julio.Pestañeo, creyendo estar equivocado; quizás es una translocación, un viaje a tierras extrañas, pero ¿cómo llegué hasta aquí?.

Lo último que recuerdo es el sabor de un beso, sabor a ron y menta, entremezclado con el coco que acaricia sus labios cuando se los pinta para darles brillo. Apenas a un metro la arena dibuja su silueta : Unas piernas delgadas, que se ensanchan a medida que llegan a sus caderas, generosas, que mueve con áquel don que heredó de la abuela caribeña que siempre habla; para volverse a estrechar después en una cintura que no me canso de abarcar, difuminándose como si el mar hubiese querido llevársela consigo mientras se aferraba a la tierra anclando sus tacones.

Voces, silencio....Silencio era lo que nos rodeaba junto al mar. Habíamos llegado al punto en que no eran las palabras, sino simplemente nuestra presencia, juntos lo llenaba todo.Allí, donde la conocí una noche llorando junto a la orilla; era dónde volvíamos cada vez que sentíamos alejarnos.

Una canción resuena en mis oídos, lejana, triste. Se apaga lentamente mientras algo parece recorrer desde mi muslo presionando mi pecho, deseando explotar.

Acuden a mí. Siento una mano áspera que me ayuda a levantar. Pregunto por ella, nadie parece darse cuenta de su silueta en la arena.

- ¡Aquí no hay nadie amigo!Vamos le ayudaremos a llegar al paseo y avisaremos a la policia. ¿ Recuerda que le ha sucedido?

Ansioso miro a la playa, necesito que me ayuden a buscarla pero no soy capaz de articular palabra. 

- Vamos amigo, parece que esta noche se ha pegado una buena fiesta; pero hay que andarse con ojo que últimamente hay mucho macarra suelto por estas playas.

Un tambor aporrea mi sien, obligándome a cerrar los ojos. Se disipó la niebla. Quiero contarles qué pasó; que quizás fui testigo de un crimen que la alejó de mí; que debemos buscar su cuerpo. Pero mis palabras salen torpes, entrecortadas, y no parecen querer oírme. Sus brazos me sujetan fuerte mientras mis pies se arrastran dejando una hilera de arena descolocada a mi paso. Quiero gritar, y no puedo; quierro correr, pero mis piernas no me acompañan. Me dejo llevar, la canción se va apagando lentamente; ya apenas la oigo; mientras un zapato de tacón azul es empujado una y otra vez hacia la orilla.

Canción, luna, silencio. Sirena, así decía llamarse.